lunes, 1 de diciembre de 2008

¡Mujer, libérate!

¡La mujer! Aparece en revistas, en comerciales. Capaces de quedarse semanas y meses al pie de una cuna, esperan ansiosas la llegada del cónyugue para recibirlo con amor inaudito muchas veces no recíproco. Parece improbable que este ser quimérico e increíble pueda ser víctima de maltrato físico o psicológico.

El machismo y despotismo irradia en el ser evocador del daño, no puede haber otra explicación. Hombres que se jactan de superioridad física y ocasionan daños irreversibles en la carne y mente de tan bello y apoteósico ser. Un golpe y una patada puede ser olvidada, una palabra oprobiosa no. Despedazada y dolida busca consuelo en la risa de los niños, no piensa en buscar solución legal al conflicto, piensa que ello quebraría la unión familiar. Unión que hace mucho tiempo falleció.

Intentan ocultar en vano esas marcas que la vida le ha propinado. Con la yema de sus dedos esparce base por su rostro, el infaltable lapiz labial con colores despampanantes; salen a la calle e intentan borrar aquellas infortunadas huellas, la belleza irradia por los poros.

¡Mujer, debes liberarte! Es intolerable que en pleno siglo XXI todavía se margine y oprima al género femenino que tantas felicidades nos ha traído a la humanidad. Hay que aprender a amar y respetar a la mujer independientemente de su edad, creencias y posición social. Quizá así aprendamos a ser más humanos y por fin valoremos a la reliquia que tenemos en casa.

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